Me llamó la atención la nueva forma de controlar los probadores. Antes, al igual que el resto de las tiendas de este estilo, te preguntaban el número de prendas y te daban una etiqueta con ese número que tenías que devolver a tu salida. Pues bien, ahora a parte de la dependienta que coloca la ropa que se va dejando, hay otra por la zona de probadores que muy amablemente te pregunta tu nombre y el número de prendas y lo escribe en un espejo que han colocado al lado de cada probador.
La conversación fue más o menos así:
-¡Hola! ¿Cómo te llamas?
-¡Hola! Verónica
¿Cuántas prendas llevas?
-3
-Perfecto, yo me llamo Lucía, cualquier cosa que necesites me dices.
Así que tienes tu perchero personalizado con tu nombre y tu número de prendas para que ellas lo puedan controlar.
Una acción sencilla que añade mucho valor al trato recibido en estas tiendas que (a veces es justo lo que buscamos) se caracteriza por la libertad y la autogestión en tus compras. Al ser tiendas con mucho tráfico, las dependientas se centran más en el orden la tienda que en perseguirte para ver qué quieres. Pero eso se compensa con un trato más personalizado en los probadores que es cuando realmente necesitas su ayuda: darte su opinión, traerte una talla diferente, probar la prenda en otro color,...
Me parece muy buena idea, se han diferenciado un poco más de las 800.000 tiendas que existen como Stradivarius y además, evitamos el gritarnos unas a otras cuando vamos a comprar en grupo y no nos encontramos. Mucho más glamouroso, ¿no creéis?
